
La propaganda es cualquier manifestación que busque persuadir un dogma, o sistema de creencias para ocasionar un cambio de actitud sobre cierta acción. También se utiliza para controlar el flujo de la información así como para dirigir la opinión pública y su comportamiento. El objetivo de la propaganda es influir en el imaginario colectivo social, para facilitar la manipulación de las masas.
Entre más características de la definición, oscilan conceptos como la manipulación psicológica, la destrucción de la reflexión crítica de los individuos y la técnica persuasoria intencionada. La propaganda es elaborada en beneficio de los que la producen y algunas veces, con el propósito de satanizar, discriminar y rechazar a la fuerza opositora del propagandista.
Este tema principalmente se le atribuye a las élites y a los grupos políticos autoritarios, religiosos, nacionalistas o militaristas, porque históricamente ha sido utilizado por fuerzas negativas y controladoras, pero ésta no se limita a cierta corriente política o religiosa, sino que cualquiera puede ser propagandista al producir y compartir un contenido que defienda sus valores y promueva intereses a su favor. Por lo que también puede ser utilizada para promover valores positivos.
Los propagandistas utilizan los medios de comunicación disponibles y propios de cada época histórica que el mundo ha sido testigo, se adaptan conforme avanza la tecnología y las preferencias de los ciudadanos. La radio, el cine, los periódicos, los libros, los carteles, la televisión, los discursos políticos y sociales, prácticamente cualquier medio de comunicación ha sido utilizado para promover los distintos tipos de propaganda. Algunos también generan información falsa para limitar al público y tener mayor control sobre sus acciones. En todas partes, y hacia todas las direcciones, existe la propaganda.
Los mensajes que se esconden en la propaganda han sido diseñados de modo que se asegure la mejor recepción posible. Jacques Ellul, en su libro Propaganda: The Formation of Men's Attitudes, comenta que: “(La propaganda) ...debe operar en el individuo al nivel del inconsciente. No debe saber que está siendo moldeado por fuerzas externas” para que de esta forma, la persona no sienta que está siendo obligado a pensar de cierta manera.
El uso de la propaganda en los enfrentamientos bélicos que caracterizan el siglo XX, fue de suma importancia al momento de crear odio y miedo frente a los enemigos, incentivar al trabajo y la producción, elevar la moral en el frente doméstico y destacar a los héroes de las fuerzas armadas, para así poder financiar y justificar los costos militares. El problema de no conocer la historia, es que se corre el riesgo de repetirla.
Si algo han tenido en común la mayoría de las diferentes manifestaciones históricas, promovidas por instituciones políticas y fuerzas del estado, es la búsqueda de control sobre las acciones de los ciudadanos. Desde tiempos inmemorables, la idea del apoderamiento de las mentes ha despertado la ambición de los líderes y de las figuras poderosas, como reyes, sargentos, presidentes e incluso individuos relacionados con la religión como los obispos y sacerdotes.
Parece un tema de ficción distópica el control de las masas y de los contenidos que pueden consumir, pero prácticamente la historia se ha basado en eso. Desde la religión hasta los conflictos militares, y desde los reyes hasta los políticos populistas, se han empleado técnicas para obtener el cambio de opiniones, o en su defecto, la formación de opinión, ya que si no existe una opinión respecto a cierto tema, es más fácil imponérsela a la gente. La creación de un enemigo en común y sus historias amenazantes, para justificar los actos del salvador milagroso y justo que se promueve en la propaganda.
En una sociedad democrática, donde existe la “libertad” de pensamiento, las personas creen que la información que ellos conocen es la correcta, y consumen medios, libros o noticieros que constantemente refuerzan la ideología que tienen preestablecida. Estos son los sesgos de confirmación.
La gente racista, xenófoba, o con un criterio sumiso, puede ser manipulada tan fácilmente por discursos de figuras públicas que promuevan y legitimen la opinión que estas personas ya tienen. Este es el peligro principal de la propaganda. El entendimiento de la gente está limitado a lo que creen correcto. Y cuando creen que lo correcto es oprimir a minorías, o a los que no comparten sus ideales; se vuelve un asunto sumamente peligroso. Ya lo dijo dostoievski, “la mejor manera de evitar que un prisionero escape, es asegurarse de que nunca sepa que está en una prisión”.
La propaganda es una herramienta que puede promover valores que cambien el mundo para bien, si esta es producida por una fuerza liberadora y no por instituciones peligrosas y controladoras. Es necesario conocer este tema para no ser manipulado por fuerzas opresoras y para poder tener un criterio propio ante el constante bombardeo de información que recibimos. Los invito a cuestionar sus creencias y los ideales que definen como "lo correcto".
Termino este ensayo con una cita del libro 1984 de George Orwell: “(los 3 eslóganes del partido)... La guerra es la paz. La libertad es la esclavitud. La ignorancia es la fuerza.”
Gracias por leer.